Cuando los profesionales de audiovisuales predicen el desempeño de un sistema de audio, necesitan una manera práctica de medir el impacto de cualquier cambio posible en el sistema. Estos cambios se producen por lo general en el nivel de presión del sonido o en la cantidad de potencia que requiere un amplificador de audio. Como los sistemas de audio están diseñados para que la audiencia pueda oír el mensaje que se está comunicando, es necesario contar con una escala basada en la forma en que los seres humanos oyen el sonido. Esta escala se denomina escala logarítmica.
Se utilizan decibeles para expresar la relación que existe entre un valor y otro. Los cálculos de decibeles ponen esa relación en una escala logarítmica.